La explotación conjunta de grandes extensiones y diversificada en cuanto a los usos es la mejor opción

.
OSCAR CELA
  
J. V. LADO 
CARBALLO / LA VOZ CEE / LA VOZ 

El impulso que trata de darle la Xunta a las Sociedades de Fomento Forestal y el interés mostrado por algunos alcaldes para evitar el abandono irreversible del monte pone sobre la mesa numerosas cuestiones respecto a la sostenibilidad y los usos de los terrenos forestales desde la óptica económica, social y ambiental.

¿Qué es más rentable?

No existe una fórmula mágica aplicable a todos los lugares y características de los terrenos, aunque la explotación conjunta de grandes superficies diversificada en los usos se muestra como la opción más factible en el corto y en el medio plazo porque minimiza riesgos, valoriza el producto obtenido y abre las puertas a que existan personas que viven directamente del monte mientras sus propietarios reciben algún tipo de rentabilidad mientras tienen sus bienes atendidos. Los ejemplos expuestos por el director general de Producción Forestal, Tomás Fernández Couto, el lunes en Vimianzo, dejan a las claras que lo más productivo son los sotos de castañas. Con 15-18 años están generando unos frutos anuales de entre 6.000 y 8.000 euros por hectárea frente a los entre 1.000 y 2.000 que puede ofrecer el eucalipto. Por supuesto no todos los terrenos sirven para plantar castaños y exigen un mantenimiento y unos tareas de recolección y procesado.

¿Qué puede hacer entonces una sociedad en extensiones amplias?

Los técnicos que están promoviendo las SOFOR apunta a la diversificación. Por ejemplo, en una superficie de 100 hectáreas en zonas como la Costa da Morte donde hay demanda para pastoreo y producción forrajera, puede resultar una buena opción apartar las 10 o 20 mejores hectáreas para pastizales alquilables a los ganaderos que produzcan ingresos desde el primer día y permitan así que el resto de actividades no supongan una carga. A partir de ahí se puede dividir el resto del terreno con distintas plantaciones que van desde el propio eucalipto, que tiene por gran ventaja que vale todo más o menos lo mismo, ya que va para triturar, hasta las frondosas que son el mejor cortafuegos natural y obligatorias en determinados espacios, como 15 metros a cada lado de las carreteras de cierta entidad, a partir de las provinciales.

¿Por qué se paga tan poco la madera gallega?

El precio de la madera lo determina el valor que le dan los grandes compradores como FINSA o ENCE una vez que la tienen en sus respectivos parques. A partir de ahí el cortador descuenta todos los gastos que le supone ponerla allí y le entrega al propietario del monte una cantidad residual, que es la que le permite hacer sostenible su negocio. En el caso del eucalipto -de ahí que tantos particulares se lancen a plantarlo pese a todas las críticas ambientales que genera- se puede vender relativamente rápido y -salvo grandes troncos con características especiales- se paga por tonelada porque va para triturar. Ahora bien, con el pino es distinto. Existen numerosas calidades y no vale lo mismo una planta podada debidamente en su momento que otra que ha crecido sin la más mínima atención. Además, todo ello depende de las características de la madera -hoy la tabla para encofrar apenas se utiliza-, la cantidad que se pone a disposición del comprador y la facilidad para extraerla. De hecho, hay fincas con madera de primera imposible de vender porque resulta más cara su extracción de lo que vale.

La tala manual de madera está en franco declive porque resulta muy onerosa en cuando a mano de obra, con lo que los profesionales la reservan para casos muy especiales.

En general, les interesan las plantaciones en las que pueden trabajar con las grandes procesadoras y ahí la rentabilidad se calcula en el entorno de las 10 hectáreas juntas