Sentenzas, fías e ruadas na bisbarra de Castroverde

Corridas do galo e Tribunais da Pascua

-IX-

Achegas de

Xosé María Gómez Vilabella

A Corrida da Meda (Conclusión)

Sentencia

El público está amotinado – a las puertas de la Audiencia ;

Se nota que desea pronto – conocer mi SENTENCIA.

Para dar una Sentencia – debe ser muy estudiada,

y pensarla varias veces – que es una cosa muy sopesada.

Voy hacer una Sentencia – según yo puedo entender,

dictada por la Justicia – y basada en la Ley.

Axustouse os lentes con parsimonia e colleu un libro avultado, que se supoñía era o Código Penal, etc.

La Sentencia está dictada – de acuerdo con su expediente:

¡La dictaron las faltas – atribuídas al delincuente!

Esas faltas, todas en junto, – que cometió el delincuente,

¡exigen que en este día – se le dé pena de muerte!

El piquete ejecutor – la cabeza le hará volar,

en la tarde de este día – y en este campo Real.

Neste punto deixa o libro, quítase os lentes, e con moito empaque, solemne, diríxese de novo ó público, como xustificándose.

Seguro habrá quien diga – que esta Sentencia es de acero;

¡según es la enfermedad, – así hay que aplicarle el remedio!

Si la Justicia , señores, – no fuese recta y formal,

no se vivía en el mundo – con la gente criminal.

Diríxese ao Defensor:

Por si el reo advierte algo – aún le queda tiempo,

y todo el necesario – si quiere hacer testamento.

Aquí hai unha alusión, sequera sexa formal, para que o galo faga, eleve, recurso, apelación.

Si quiere hacer testamento, – y algún otro legado;

una vez hecho ésto, – ¡cúmplase lo sentenciado!

Neste intre, os fareleiros, en función de alguacís, avisan ó Escribán, que estaba abaixo, preto do Tribunal, bebendo viño á “canilla”, ostentoso e moi caracterizado. Sube ao estrado. O seu papel era, fundamentalmente, facer rir cunha parodia de Testamento; por tanto, non se cansa de xesticular, teatreiro. ¿Iso da fe pública…? Daquela receábase, ¡moito!, dos escribáns, temendo que redactasen de xeito que favorecese a unha das partes, ¡e menos mal que daquela non había promotores de vivendas! Pero si se dera o caso, entre outros por alí comentados, de que un xenro, despois de morto o sogro, foi a Lugo coa Cédula persoal do vello, e levou ante Notario a un mendigo dos de xunto da Catedral facéndoo pasar por seu sogro. O Notario, que daquela non había rigor na secuencia dos protocolos, púxolle data atrasada, anterior ó óbito, e o “mendigo”, co outro nome, ¡testou un terzo de mellora en favor da muller do trapalleiro! Cláusulas en castelán que non se entendían nin explicaban ó dereito, e outras mil fórmulas e xeitos de facerlle ó papel ter conta do que lle poñían, ¡que de aí ben ese dito!

Testamento do galo

Delante de la Autoridad , – para que testara el gallo,

hoy mismo fueron llamarme: ¡Aquí tienen al Notario!

Me personifico aquí – para hacer buena alguna cosa:

Dar principio al Testamento – de Travieso Cresta Roja.

Deja un tercio de sus bienes, bien exacta y repartida,

a todos los accionistas – que inventaron esta Corrida.

El otro, segundo, tercio, – lo deja aquí, para todos los mozos

por creer que en el momento – no tiene herederos forzosos.

El otro tercio que queda – de todo lo remanente,

ése piensa repartirlo – de la manera siguiente:

Su pico, que constituye – una tenaza muy potente,

queda para las aficcionadas – a hacerse la permanente.

A partir deste punto o “Notario” cambia de persoa gramatical; unha licenza ou un descoido do Autor.

Tengo un poco de perfume, – que lo dejo sin estrenar,

para todas las cochinas – que no se quieren lavar.

Por aquel tempo estaba de moda unha canción despectiva para as mulleres que viña a dicir: “… llevan en el bolso una carta y un retrato; una carta y un retrato…, y un pañuelo sin lavar”.

A todas las escotadas – dejo mis alas, enteras,

para que en lo sucesivo – cubran sus vergüenzas.

Le dejo quedar mi carne, – compuesta y arreglada,

al piquete ejecutor, – ¡para darse una panzada!

A las de quince a veinte – nada les dejo quedar:

¡Son bien jovencitas, – que aprendan a trabajar!

Las de veinte a treinta – tienen que ser veneradas;

les dejo quedar el rabo – para empolvarse la cara.

Las de treina a cuarenta – que no tengan pretendientes,

mis costillas peladas, – para usar de escarbadientes.

Las de cuarenta a cincuenta – no penseis en el casamiento:

Buen comer y buen beber – y así vais pasando el tiempo,

porque si aún hay alguna- que pretenda ser casada,

será con un palandrán – que no les valdrá para nada.

Aún me quedan las tripas, – algo que es de lo mejor;

ésas se las dejo quedar, – en pago, a mi Defensor.

Aún se me olvidaba – dejarles las uñas

a todas las mozas – que tengan miúdas.

Me queda la cresta, – con su buen color;

se la dejo quedar – al sabio Predicador.

No creais que por morir hoy – llevo ninguna pena,

que en este pícaro mundo – pasé bastante miseria.

En alivio de mis penas, – y por mi eterno descanso,

en las tabernas de la Meda – debéis de tomar un vaso.

Yo soy muy claro en hablar; – nada oculto me queda:

¡Las amas querían gallo, – pero que éste no comiera!

Termino mi Testamento, – nada queda al parecer.

¡Páguenle bien al Notario, – para que quiera volver!

Acto seguido baixaron o galo desde o Tribunal, atado de pés e nunha gaiola, sempre custodiado polos fareleiros, dos que tamén foi a responsabilidade de fixalo nun trelo, de panca a panca. Seguidamente comezaron as carreiras dos cabaleiros – executores, cabalgando nos seus briosos corceis!